Ilustración de un agujero negro rodeado por un disco de acreeción y jets de emisión

La gran explosión

De acuerdo con Stephen Hawking, la “gran explosión” (el Big Bang: instante en el que el universo comenzó a expandirse y a evolucionar) fue la desintegración de un agujero negro a gran escala: una de sus principales propuestas giró en torno de la idea de que los agujeros negros emiten partículas, de manera tal que no sólo no se trata de un inmenso cuerpo obscuro dedicado a tragar materia, sino que, aunque esta sí se desintegra tras ser engullida, el agujero, mediante todos sus procesos internos y externos, es capaz también de reintegrar materia al universo. Es por ello que el físico sugirió que cuando seamos capaces de comprender cómo los agujeros negros emiten partículas, posiblemente entenderemos cómo se originó la “gran explosión” y, con ello, cómo se originó todo el universo (Hawking, 1977).

Resulta perfectamente factible realizar, de la mano de Hawking, un símil respecto del inmenso agujero negro en el cual está convertido México. Sobra, por otro lado, hacer énfasis en repetir todas las justificadas razones que existen para comparar a nuestro país con un cuerpo en el espacio que absorbe y destruye todo lo que encuentra a su paso: una destrucción que está acabando con todo, incluida la esperanza.

No obstante, Hawking pudo advertir que, con el concurso de todas las fuerzas de un agujero negro, éste reintegra materia nueva al espacio: no sólo no está vacío, sino que contiene y emite partículas nuevas aun cuando al mismo tiempo es capaz de colapsar todo cuanto absorbe sin importar la dimensión. Siendo el caso, ¿no es esta una propuesta interesante para mirar así a un país sumido en la obscuridad?

Resulta que, si un agujero negro es capaz de “crear” materia nueva, un país, hoy semejante a un cuerpo en el universo con una inmensa capacidad destructiva, también. Es, pues, viable considerar que las circunstancias internas son capaces de fungir como una fuerza impelente capaz de hacer explotar a la obscuridad existente y dar origen a un nuevo universo. ¿Utópico? No lo es si se comprende lo que implica la creación de un universo nuevo desde la más honda y aparente obscuridad: entre tanto, es la intervención, así como la cantidad de las partículas junto con las fuerzas que contiene un agujero negro, lo que podría hacerlo estallar: en este caso, esas partículas tendríamos que ser nosotros.

Pocas veces es causa de alarma la infame concentración en los medios por poner de relieve todos los aspectos negativos de nuestro país; la situación deprimente de nuestro gobierno actual y la evidencia de una sociedad en decadencia. Ni siquiera lo objetamos: “es así”, pensamos. En lo personal, sin embargo, me he encontrado con parte de las consecuencias; como en debates por ejemplo, en donde se arguye que apostar por cualquier cambio que suponga precisamente eso es comprar un boleto hacia una circunstancia peor; lo que implica, en muchos, una especie de “respuesta lógica”: ¡Hay que impedirlo!, suponen, pues, ¿quién quiere algo todavía peor? Por ello se me ocurrió: si un cuerpo tan inmenso en el universo, como un agujero negro, causa de terror y desesperanza para cualquiera que comprenda su capacidad, puede “crear” dentro de sus circunstancias aparentemente caóticas, lo nuestro, pese a lo que nos hagan creer, tiene que ser pan comido.

Así, tiene sentido hacer una analogía con la propuesta de Hawking. La intención que subyace, desde luego, es proponer, si todavía nos queda con qué, que vale la pena pensar en positivo: el físico inglés defendió que, el hecho de que un agujero negro sea capaz de emitir partículas o materia, o que sea capaz de emitir partículas y radiación como un cuerpo caliente ordinario (Hawking, 1977), significaba, además, y en términos mundanos, que un agujero negro, pese a la creencia del observador, es capaz de emitir luz.

Es por ello que apostar por un cambio significativo en nuestro país tiene sentido: lo tiene porque pese a todo, sigue emanando luz: parecieran no existir mayores argumentos en contra de aquellos que opinan que lo que vivimos es una desgracia para la cual poco o nada podemos hacer, lo que supuestamente “justifica” el miedo ante la posibilidad de un cambio. “Todos” estamos de acuerdo con que lo que vivimos es inadmisible: no se puede soportar más tiempo. Empero, no es menos cierto que dentro de la obscuridad a la cual nos han sometido, incluso aquella que nosotros mismos generamos, siguen produciéndose enormes cantidades de luz: un calor que toca a muchos flancos dispuestos a rifársela por México. Es así como tal vez valga la pena perder el miedo; dejar de insistir en todo lo negativo que repetimos y concentrarse en todo lo nuevo que sí se está generando para reintegrarlo a nuestro universo; y con lo cual, vislumbrar un potencial social altamente creativo.

Entonces vale la pena insistir; cuando tenga dudas sobre los tiempos que se avecinan, piense en Hawking: si un agujero negro es capaz de reintegrar desde sus entrañas materia nueva al espacio, y si desde esa espesa y temible obscuridad que creemos percibir con absoluta convicción se está emitiendo luz, entonces México también es apto para producirla. No sólo eso, vea que también lo hace. Recuerde que la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma: y en las cosas del hombre es cuestión de voluntad. Seamos entonces esa materia transformada dentro de la obscuridad; seamos las partículas dentro del agujero negro y hagamos, de una vez por todas, que éste colapse y creemos un universo nuevo.

Fuente de la imagen: Astronomy Picture of the Day (Imagen astronómica del día – NASA)

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