Como se mencionó en Resistencia (Jornada Veracruz: 11 de enero 2021), es difícil comprender qué retiene a un sector enorme de la población en WhatsApp (WA) y Facebook (FB) con la nula capacidad o intención de resistirse al monopolio negándose a él o ampliando los horizontes. Se atisbaron algunas ideas: Síndrome de Estocolmo, indiferencia, ego, superficialidad, permiso a la manipulación, sentidos vacíos de existencia, apatía, conformismo, entre otros. Ahora quisiera referirme a una experiencia inmediata que comenzó desde el momento en el que decidí cancelar redes como WA y FB proponiendo la diversificación de la comunicación, por implicar enseñanzas que merecen la pena, no porque sean personales sino porque contienen elementos a los que se enfrentará quien emprenda un camino semejante: escapar del acaparamiento para apostar por la pluralidad requiere valor, confianza y un manejo lo suficientemente robusto del desapego.
Es indispensable empeñarse en la aplicación del concepto diversificación que supone convertir en múltiple y diverso lo que era único y uniforme. Comencé diciendo: “Cerraré WhatsApp y Facebook (último que de por sí no uso). Sin embargo, realmente no quiero perder el contacto contigo (porque es verdad). Te propongo abrir Telegram, Signal u otros medios seguros para mantener la comunicación por ahí.” Los resultados fueron los siguientes:
Primero, tengo que admitir que mi campaña fue más exitosa de lo que imaginé que sería si bien no sería objetivo omitir el “pequeño detalle” de reconocer que cuento con amistades de cariño, respeto y admiración recíproca en donde compartimos algún espíritu rebelde y de confianza en la resistencia. Fueron la mayoría, pero lejos de haber sido todos. Me referiré, entonces, a ese fracaso de mi empresa.
En términos generales podría resumirlo así: a) fui ignorada o me dieron el avión (decir que sí para salir del paso sin acciones concretas en uno u otro sentido; b) es una tontería, WA y FB no violan tu privacidad; c) ya no hay problema, se han retractado, podemos estar tranquilos; d) no puedo, todos mis contactos están ahí; e) tengo que mantenerlo por mi trabajo o negocio; f) abrir Telegram y compañía es irse con la manada; g) te mandaré palomas mensajeras cuando quiera comunicarme; h) ¿y ahora, cómo le vas hacer?; i) prefiero llamarte o mandar SMS.
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Fui ignorada o me dieron el avión. Fue curiosa para mí la forma en la que ciertas personas que no me esperaba ni siquiera estaban dispuestas al diálogo, al debate o al intercambio (no imposición) de ideas; por lo menos en algún nivel. Mi petición fue la diversificación. Sin embargo, en prácticamente todos los casos la respuesta fue, “no puedo o no quiero porque…”; más mi propuesta solo era diversificar. ¿Qué había con el concepto que ni siquiera podía ser tomado en cuenta? “No lo entiendo”, me dije en repetidas ocasiones. ¿Por qué no existe resistencia al monopolio, en cambio, existe resistencia a la pluralidad? Los seres humanos somos plurales por naturaleza. Esa es nuestra virtud. Cualquier otra cosa es un intento perverso por anular la única condición que nos hace fuertes.
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Es una tontería, WA y FB no violan tu privacidad. La solución a este punto es modesta. Por un lado, se necesita insistir; por el otro, es decisión de cada uno tratar de informarse en fuentes lo suficientemente objetivas, honestas y calificadas. El que estos medios violen la privacidad de los usuarios, manipulen las mentes y constriñan la vida es un hecho que no descubrió quien suscribe sino una práctica consumada que aqueja a la humanidad desde que la noción de “espionaje” comenzó a ejercerse con múltiples y variados propósitos, haciéndose cada vez más sofisticado y pérfido con el paso del tiempo. Ignorar este hecho es ser indiferente a la historia, así como a las consecuencias personales y colectivas.
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Ya no hay problema, se han retractado, podemos estar tranquilos. En ninguna fuente de información con niveles respetables de objetividad y honestidad ha salido la noticia de que Zuckerberg se retractó de sus intenciones haciendo un llamamiento formal. El primer paso, es comprender que estos medios se han chupado nuestra privacidad desde el inicio y que lo que ocurre hoy es un recrudecimiento de las medidas. Si bien la emigración fue un golpe inesperado para el consorcio apenas fue eso: su control sigue siendo prácticamente absoluto. Esto dirige la atención hacia el obstáculo que encarnan las noticias falsas que se presentan como verdaderas, imponiéndose con una fuerza macabra frente a la verdad. Su éxito depende de dar lo que necesitan las mentes estancadas o apáticas: enterarse de lo que se quiere para no actuar con la firmeza requerida; por ende, la atención debe ser total.
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No puedo, todos mis contactos están ahí. No hacerlo distinto porque “nadie” más lo hace o porque “todos” hacen lo contrario es un problema que emerge por sí solo al materializar la incapacidad de ser autónomos. Hacer o no hacer en función de los demás, cede el poder que tenemos los sujetos de regir nuestra propia conducta con base en reglas en las que también nos veamos reflejados nosotros mismos. Hacerlo de esa forma genera escenarios de pluralidad obligatoriamente. Por el contrario, ha sido preferible disfrazarse de autómatas incapaces de ordenarse por criterios más vastos. Piense que hasta los borregos son capaces de rebelarse de vez en cuando, obligando a sus pastores a buscarlos por las colinas a veces durante días. Es probable que muchos estén de acuerdo con que algo anda mal (lo advertí en diversas ocasiones), pero no se hizo nada porque hacer exigía más.
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Tengo que mantenerlo por mi trabajo o negocio. Tal vez este punto sea el más sensato, por lo menos en una primera etapa, pues podría ser peligroso cerrar dichos medios abruptamente si su negocio o trabajo dependen de ello. No obstante, se pueden hacer cambios de naturaleza gradual poniendo el tema sobre la palestra y sugiriendo propuestas concretas que poco a poco fomenten la pluralidad de la comunicación según cuáles sean las necesidades.
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Abrir Telegram y compañía es irse con la manada. Es probable que una de las más curiosas sea declarar que abrir otros medios es irse con la manada al arrastrar su contradicción: quedarse con el monopolio es estar con la bandada y no al revés, porque fomenta que la actividad de comunicación tenga un carácter exclusivo anclado a una única forma posible. Querer salir de él para diversificar es, precisamente, salirse del rebaño por lo que es probable que uno de los grandes males de nuestro siglo sea que no se piensa ni siquiera en lo que se piensa.
Uniré los incisos g, h e i en una sola reflexión final: expresiones como “te mandaré palomas mensajeras para comunicarme” o “¿y ahora cómo le vas a hacer?”, reflejan la incapacidad de ver más allá de lo evidente. Uno de los rasgos de los avances tecnológicos en la comunicación es la cantidad inmensa de fuentes variables con la que se cuenta para salvar cualquier gusto, diversión, capricho o necesidad. Cerrar WA, FB u otros como Instagram (que es lo mismo) no significa renunciar a nada de lo anterior, sino buscar medios alternativos que curiosamente ofrecen muchas más posibilidades interesantes. Existen opciones objetivamente superiores más nadie las menciona como si no existiesen: el monopolio restringe el criterio hasta el convencimiento de que él es lo único y mejor cuando es mentira. Con todo, cambiar siempre supone esfuerzo, valor, confianza, así como la capacidad de lidiar con el desapego. Podría parecer que cerrar dichos medios es perder amistades, pero esto ocurre por la negación a diversificar. Negarse a cerrarlos es el ejercicio sano del derecho autónomo. No obstante, la negación de la diversidad refleja la comodidad que algunos encuentran en el totalitarismo, lo que no puede celebrarse al ser peligroso en sí mismo. Lo más importante es recordar una máxima: la amistad o la comunicación verdadera no dependen en lo absoluto de estos medios. Si es así para usted merece la pena replantearse los conceptos. Si concuerda sabe que al cerrarlos no pierde nada, por el contrario, ganará en la multiplicidad. Volver a la fuente original es la mejor de las propuestas porque es inobjetable: regresar a la llamada telefónica (aunque podría ser peligroso en determinados contextos) o desplegar esfuerzos y cuidados para encontrarse personalmente no puede superarse. Sin embargo, es preciso reconocer que los tiempos han cambiado, por lo que la diversificación supone una estrategia poderosa siempre y cuando se cuide lo más preciado: resguardar la privacidad que refleja lo que en verdad somos es lo que nos permitirá ser libres cuando sea ineludible defenderse. Diversificar planta al individuo en una posición en la que puede enfrentarse a los monopolios con consistencia. Si comprende en realidad la problemática sabe que el futuro no es alentador, por lo que no hay exageración cuando se dice que la quietud, inmovilidad y el conformismo es lo que nos impedirá sobrevivir.
Fuente de la imagen: Klipartz